domingo, 2 de septiembre de 2012
[FanFic] Mia Cara Tempesta [B26] ― Capítulo 3.
Perdón por no actualizar~ afkjaskljfa D: P-pero tengo mis razones~ que no diré aquí(?)~~
Perooo~ ¡Aquí está el cap 3~!
Omfg~ este es más largo :3 se muestra más o menos como es Ramón en realidad -en realidad, como me surgió(?)- y.. en feen~ Fran está todo sentimental porque Bel no da señales de vida ;///////;
Título: Mia Cara Tempesta.
Autora: Hann [Blogger-Facebook]/ TheUnicornGay [fanfiction]/ S t u m b l e [chicasdelfa]
Pareja: B26 principalmente.
Summary: Varia era lo que podía llamarse... anormal. Era como siempre, el mismo desmadre, los mismos gritos, las mismas cosas volando. Sólo había algo raro y diferente, que el príncipe no estaba.
Capítulo 3.
¿Sentimientos? O algo así.
― Ramón-san… ¿Podrías, ya sabes…, repetir?
― ¿Sé dónde está ese molesto principito?
Fran cogió otra galleta y se la comió, lo bueno de que estaban buenas eran que no se acababan. Y Fran no se preguntaba eso exactamente. No ahora. Tenía mejores cosas que cuestionarse a sí mismo, como por ejemplo ¿Por qué sabía Ramón dónde estaba Bel y él, su rana, no tenía la mínima idea?
Empezó a cuestionarse mirar a Ramón con otros ojos. Y no especialmente buenos.
― ¿Y cómo lo sabes? ― Preguntó.
― ¿Cuántos años decías que tenías? No le puedo dar cierta información a… pequeños~.
Y ahí fue cuando Fran aprendió a… ¿No meterse con subordinados qué después de unos meses puedan ser tan… terribles? Oh, claro que lo aprendió, pero, ¿Desde cuándo él emplea lo aprendido?
― Oe, Ramón-san, contest-
― ¡Ohh~~! ― Interrumpió una voz chillona y femenina, canturreando mientras entraba en la habitación con una notable sonrisa en el rostro. ― Fran-chan, ¿Tienes invitados~?
Ramón volteo medio cuerpo para dedicarle una dulce sonrisa al brillante sol de los Varia, Lussuria soltó una risita modesta.
― Buenas, Lussuria-san. Cuanto tiempo, ¿Cómo ha estado?
― Luss-san no te reconocerá, no fuiste tan importante en la Sede.
― Soy Ramón. Uno del escuadrón del trueno, quizás Levi A Than-sama me recuerde.
― Gomen, gomen~ No puedo recordarte, Ramón-chan~ Pero puedes ir a ver a Levi~.
Ramón soltó una pequeña risita, pareciendo amable y tranquilo. Asintió con la cabeza y salió junto con Lussuria de la habitación. Dejando a Fran de nuevo solo.
Y juró que ese día no iba a salir de ahí. Por mucho que le rogasen. Entre otras cosas porque se lo pasaría pensando en lo que dijo Ramón, tenía sus ideas, pero se esforzaba para despojarlas. Porque no le beneficiaba pensar en ellas, ni a él ni a su amor como rana.
Tenía el teléfono móvil en las manos, estaba hecho una bolita de nuevo sobre la cama. No dejaba de mirarlo fijamente, a la espera de un mensaje o una estúpida llamada, porque sabía que se había llevado el móvil. Lo sabía porque siempre lo hacía, y siempre le mandaba cosas como "Ya llegué al lugar de la misión, estúpida rana, ¿Me echas de menos~?".
Quizás era lo que necesitaba ahora.
Porque no le gustaba sentirse así. Porque Ramón dijo todo de esa forma añadiendo que no sabía dónde estaba Bel y todo. Ese era el resultado. Un Fran que daba asco.
¿Un baño?
Sería lo mejor, quería despejarse un poco. Ahora solo rogaría porque no estuviese ocupado, porque no estuviesen cagando y porque no dejaran la peste.
Cogió una toalla de su armario y su jabón y esponja personal. No quería bañarse con lo mismo que Levi habría tocado con sus manos… que a saber cómo se desahogaba por el romance de Squalo y el jefe.
Se imaginaba cosas asquerosas. Y con más razón ahora quería un maldito baño.
Se puso la toalla sobre la nuca, el jabón y esponja los llevaba sobre los brazos. Y empezó a correr, el baño estaba a unos tres pasillos de su habitación y no quería que nadie entrase antes que él. Quizás le pediría al jefe unos baños personales, al fin y al cabo hay mucha gente en la mansión para solo dos baños, y uno era tan sólo para subordinados.
Y siguió pensando en él. En el estúpido príncipe que se interponía en cada maldito pensamiento que se le cruzaba por la cabeza. En su sempai. Aquel que le preocupaba como completo idiota.Belphegor, para otros.
Pensaba mucho. Y se comía la cabeza el doble. Pero aún así, nunca cambiaba de expresión ―no delante de nadie, estando solo él podía hacer lo que se le diera la reverenda gana―. Vamos, era Fran, y era especialmente conocido por eso, ¿No? Y por ser uno de los tres ilusionistas que consiguen engañar a Vindice, pero eso viene a ser secundario.
Se paró enfrente de la puerta del baño. La miró unos segundos, sin hacer nada, sin moverse siquiera, solo respirando. Pensando, o fuera lo que fuera lo que estuviese pensando. ¿Eran estas las cosas qué decían las novelas de Lussuria respecto "estar enamorado"? ¿Preocuparte por esa persona? ¿No haces lo mismo cuando simplemente le tienes afecto a alguien? ¿Alguien a quién tan solo aprecias aparecer de la nada en tú cabeza? No.
Pero, aún así, ni él ni Belphegor podían estar enamorados. Si le preguntas un por qué, simplemente diría que porque es imposible. Porque no les pega. Porque no se imagina ni a él ni a su sempai babeando por alguien. Pero, en el fondo de esa respuesta, se encuentra algo mucho más profundo. Que no dirá. Pero que él sabe y Bel supone, y aunque no es importante, es suficiente.
Suspiró sin ganas. Y abrió la puerta. Tiró el jabón y la esponja dentro de la bañera y la toalla la dejó sobre un taburete. Junto a la ropa que se fue quitando.
Se miró a un espejo que se interpuso en su camino, mirando fijamente su reflejo, sin ninguna expresión ni una mueca que dijera nada. No era él. No estaba siendo él. Parecía un idiota sin remedio. Un idiota enamorado. Estaba atontado, no podía reaccionar y tampoco sabía como hacerlo cuando apareció Ramón y le dijo eso.
Es que no lo entendía. No entendía nada. ¿Por qué Ramón sabía dónde estaba? ¿Por qué cuando le miraba le veía tan culpable y sospechoso? Esa sonrisa. Esa sonrisa era la que le hacía sospechar. Quizás porque por muy poderoso e ilusionista que fuera no podía sonreír así. Su boca no podía abrirse en una sonrisa y mucho menos se ensanchaba mucho. Lo justo. Porque podía sonreír de esa manera y sonar tan sospechoso, por eso le culpaba.
Es raro. Yo. Él. Sempai… todo, ¿No? Es que… ¿Alguna vez fue normal?
Suspiró con desgana y se metió en la bañera. Se quedó de pie, mirando hacia el techo mientras encendía el agua y la ponía fría sin mirar. Le gustaba fría. Y le gustaba más reflexionar mientras las gotas de agua le golpeaban el cuerpo desnudo.
Pero no podía. Era tan difícil con los gritos que había al otro lado de la puerta que resultaba casi imposible. No prestaba atención. Pero, ¿Tenían que hacer tanto ruido? Se escuchaba aún cuando no tenías los oídos atentos y… vaya si molestaba. Estaba acostumbrado pero aún así no le gustaba, no era bueno, era joven aún para quedarse sordo y necesitaba un oído fino o, digamos, decente para trabajar.
Cerró los ojos y se sentó en la bañera, aprovechando que era grande. Se hizo una bolita abrazándose a él mismo. Se sentía tan estúpido y masoquista…
Y sabía la razón. Oh, vamos… ¡Claro que la sabía! Es más; era el único. Porque por mucho ego que tuviese el príncipe, nunca se creería que la rana realmente estaba así por su culpa, por su ausencia. En realidad, por mucho que riese y alardeara o tratara de colegiala a Fran, nunca, nunca, se lo acabaría de creer.
Si fuera al revés, que Belphegor estuviera así por él, tampoco se lo creería. Sinceramente, porque suena imposible. No especialmente como un "sueño" o así, porque por muy asesino y inmutable que fuera, estaba viviendo como se sentía y no era precisamente bien, y porque le tenía cariño a su sempai, no quería que pasara por lo mismo
Pero, a saber si ya lo pasó. O si lo está pasando ahora. Porque quizás está pensando en él, quizás se lo está imaginando, quizás se ríe cuando lo hace.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No tienes cajita de mensajes, así que tengo que dejartelo aquí. Te he dejado un premio en mi blog, cuando puedas lo recoges^^
ResponderEliminarhttp://oye-di-jump.blogspot.com.es/
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar