Well, este... eh... drabble largo, es una especie de autoreflexión, que a veces me da por por hacerlas.
Digo, de antemano, que el shonen ai que contiene es poquísimo, quizás no llegue a serlo si quiera. Pero el caso es ese.
Como le he dicho a Yuki, puedes verlo como una relación muy poco profundizada -en el drabble, la idea que tengo de la relación de estos dos es bastante... profunda, sí-
No hay mucho más qué añadir, así que, la minificha~.
Título: Winter's moments.
Original.
Género: shonen ai, auto-reflexión.
Palabras: 930
—Está nevando…—Sonreí.
Él asintió con la cabeza lentamente, como si se estuviera haciendo a la idea de que el frío invierno estaba llegando. No esperaba una sonrisa de sus labios, así que no la pedí. Me bastaba con ver ese rostro suyo descansando sobre la hierba que empezaba a volverse blanca.
Levanté la vista y me encontré al cielo nocturno. No había una sola estrella, pero seguía siendo hermoso. Ensanché mi sonrisa y le tomé de la mano, apretándola con fuerza.
—La nieve es preciosa—Murmuró. Le miré—. Pero, ¿Vale la pena?
—¿Eh?
—Es igual que el cielo. El cielo es hermoso con o sin estrellas, pero, ¿Vale la pena estar eternamente solo?
Empezó a decirme cosas triviales. Que la nieve era hermosa, pero también condenadamente fría. Y, que, cuando la gente tomaba una bola de nieve entre sus manos desnudas, inmediatamente se quejaban y la soltaban contra el suelo, pero que seguían diciendo que era bonita. Decía que era irónico, porque era como si la traicionaran. Y, que si la nieve pudiera sentir algo, le dolería. También me habló de macarrones, que eran mejor estando gratinados. Solté una risa floja. Después volvió a mencionar el cielo, me explicó a qué se refería con “estar eternamente solo”. Que la gente decía que quería ir al Cielo, que rezaban a Dios para ser mejor persona y, cuando hacían algo malo, se iban a confesar. Pero que no tardaban en volver a portarse mal, y que se volvía a repetir ese estúpido ciclo. Que hablaban mucho, pero que no sabían cómo era ese lugar, que solamente querían auto alentarse.
Hablaba de esas cosas con tanta facilidad que me sorprendió. Hablaba del Cielo y el Infierno como si hubiera estado en ellos. Me comentaba cosas de la soledad como si él se hubiera sentido solo durante toda su vida, aunque quizás fuera esa expresión suya la que me ablandó el corazón.
—Pero estar solo no es siempre malo—Murmuré—. El cielo está solo cuando no hay estrellas, pero hay gente como tú o yo que le observa con una sonrisa. Quizás eso le resta soledad, sentir que la gente sabe que está ahí.
—Dicho así, el cielo parece una persona normal y corriente—Sonrió—. El cielo es eterno, pero las personas y sus miradas no. Cuando alguien que se ha pasado la vida mirando al cielo muere, el cielo nota su ausencia. Y supongo que eso le deprime.
—Pero no pasará mucho tiempo hasta que otra persona vuelva a mirarle. Morirá, sí, pero se habrá pasando años mirando al cielo—Dije, incorporándome en la hierba y tomando un poco de nieve entre las manos. Hice una bola y la dejé caer con cuidado sobre su frente.
Sonreí.
—Pasa lo mismo con la nieve—Apunté—. Es fría, sí, pero por eso la gente usa guantes. Para poder sentirla. Y eso, en cierto modo, es una muestra de afecto.
Él tomó un puñado de nieve y lanzaba la bola hacia arriba, la volvía a coger y así hasta un buen rato, cuando me la lanzó. Directamente en la cabeza.
—Pero sigue haciendo daño, ¿No? —Sonrió, llevando la mano al lugar donde me lanzó la bola y acariciándolo con cuidado—. La realidad no deja de ser eso, la realidad.
—Pero crear un espejismo que nuble la realidad es el deber de la humanidad. La gente es muy optimista en lo general, ¿Sabes? Pero, son igual de ignorantes. Mientras todo esté bien, todo sea precioso y todo esté bajo control, no les importa vivir en una mentira—Le miré, frunciendo el ceño. Él se limitó a levantar las cejas, como preguntándose qué hacía—. No sé para qué te digo nada, si esto me lo has enseñado tú.
Apoyó las manos en la hierba, ahora cubierta de nieve, y echó la cabeza hacia atrás, soltando una leve carcajada.
—No te lo he enseñado yo. Lo has aprendido tú solo al conocerme, ¿No te has dado cuenta?
Negué con la cabeza energéticamente, insistiendo en que me lo habían enseñado los años que había pasado con él. Las diferentes reacciones que puedo llegar a tener, han surgido gracias a él.
—Eres testarudo—Suspiró—. Si sabes esas cosas, no es gracias a mí, es gracias a nuestra relación. Las relaciones con otras personas, fortalecen a la gente. Es como un “Hola, no estás solo”. Las personas comparten información, hechos, e historias. Tú has compartido información, hechos, y me has contado tu historia, lo mismo he hecho yo. Y por eso ahora estás aquí.
Lo entendí, más o menos. Siempre me habían dicho que las relaciones con las personas pueden ser lo más bonito que te puedo ocurrir en la vida, pero también lo más cruel y doloroso. Por eso supuse que a él le gustaba le soledad, pero no caí en que quizás seguía un consejo mal hecho. Que era lo que hacía yo. Me limitaba a alejarme de las personas, porque no quería sentir la parte mala de relacionarme, cuando no sabía que la parte buena era tan… estupenda.
Aún sigo temiendo la parte mala, más que nada porque me he encontrado varias veces. Pero, si no estoy solo, ¿Qué más da? Aunque solamente le tenga a él. Aunque todo el mundo se me ponga en contra y solamente él me tienda la mano. Aunque mis guerras de nieve se limiten a él en un bando y yo en el otro.
El mundo no es lo que parece, pero quizás puede ser algo más hermoso de lo que ven nuestros ciegos ojos.
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