Bel estaba en su habitación. Sentado en el suelo y con la espalda recargada en los lados de la cama, mirando un punto fijo casi casi indetectable. Escuchaba el ruido que hacían los demás y pensaba en lo insoportables que eran. Todo en la habitación del rubio demente era silencio, como mucho se llegaba escuchar, levemente, su respiración. Era un asesino y había aprendido a actuar en silencio. Se abrió un poco la puerta y miró a la rana que se asomaba un poco.
- Bel-sempai, Luss-san dice que es hora de cenar. Será mejor que baje pronto si no quiere que el jefe se acabe todo… y si el comandante Squalo se une a la causa de joder la cena, se perderá media comida en el aire. -
- … - Volvió a mirar a un punto fijo. – Fran, ven aquí. –
- ¿Qué ocurre ahora, sempai? ¿Le bajó la regla? – Preguntó, sentándose en las esquinas de la cama de Bel, a su lado. – Hace días una chica de mi escuadrón me habló de eso… dijo que era molesto. –
- No es eso, idiota. – Gruñó. Puso sus brazos en las piernas de Fran y se apoyó en ellas, mirándole. Algo que, pese a no ver sus ojos, la ranita notó. – Soy… un hombre. –
- No me haga repetir las cosas, sempai… ¿Qué le ocurre? Normalmente diría “soy un príncipe” y su estúpida risa, pero dijo que es un hombre… y, además, normalmente siempre es el primero en estar en la mesa, ¿Se encuentra mal? –
Bel sonrió. Sonrisa, o algo que se pareciese a eso y trasmitiera cierta ternura, en Bel, eso era una simple mueca que le salió accidentalmente. Dejó de apoyarse en las piernas de la rana, que extrañamente no se quejó de que dejará todo su peso en ellas, y se levantó. Sentándose en el filo de la cama, miró a Fran de reojo.
- ¿Puedo ir al grano? ¿Sin decir una palabra? – Preguntó. No era vergüenza lo que tenía. Oh, vamos, un príncipe nunca tenía vergüenza. Simplemente era que no sabía cómo decirle a la estúpida rana que se lo quería violar. Y no, no había estado medio día pensando en cómo hacerlo.
- Según que sea… Si lo que piensa hacer me beneficia no, no hace falta. Pero si es malo… avíseme, que salgo de aquí corriendo. –
Bel volvió a sonreír. Fran empezó a sentir miedo. Los otros no dejaban de gritar que bajaran ya a cenar. Y Bel por fin abrió la boca. Por fin.
- No… no es malo. Tampoco sé si te beneficia. Pero no es malo… creo. –
- Dejaré de ser amable con usted si no se aclara, sempai. –
El rubio tumbó de repente a la rana en la cama, poniéndose encima de él. Fran simplemente suspiró cansinamente. Justo a la hora de cenar y justo el día que se moría de hambre.
- ¿Sempai? ¿Podría al menos dejarme cenar? –
- No. Huirás. –
- ¿Tan necesitado está? ¿No es mejor hacerse pajas a violar a una pobre rana? Es usted un violador de animales. – Y, sabiendo que Bel le ignoraría, empezó a, intentar, hacer fuerza para quitarse al molesto príncipe de encima.
No. No era la primera vez que lo hacía con Bel, ni mucho menos. Pero ninguna había sido… como ésta. Digo, para empezar, el príncipe siempre iba a su habitación a obligarle, más o menos, a él no le molestaba, a hacerlo. O si no le violaba aún mismo en el sofá, cuando no había nadie. Definitivamente al intento de príncipe le ocurría algo… pero eso no era suficiente para sacrificar su culo, ni para aguantar el dolor una semana entera, si el rubio se ponía amable y delicado.
- El gorro. Molesta. Quítatelo. –
- Ni en broma. La última vez que me dijo eso acabé con más arañazos que en una misión. –
- No será tan fuerte como esa vez, rana estúpida. –
- También dijo eso, y cada vez me duele más el trasero. Parezco un niño que lo tenga escocido. –
Bel rió.
- Si no te lo quitas tú, será peor. Además… la ropa… si no quieres quedarte sin uniforme, te la puedes ir quitando. –
- Eh, eh~. Sin amenazas. – Frunció el ceño, quitándose a Bel encima y tirando el gorro a un rincón de la habitación. Se quitó la chaqueta del uniforme y la dejó en la mesita gigante. – Hecho. – Levantó el dedo pulgar.
- Todo. – Ordenó Bel mirando fijamente a Fran. - … Realmente eres muy blanco… -
- No me gusta tomar el sol, si no uso protector me quemo la piel y… odio el protector. – Hizo un pequeño puchero, mientras se acababa de quitar los pantalones y dejarlos en la misma mesita. Miró a su sempai. - ¿Qué más? ¿Se quiere ocupar usted de lo que queda o también tendré que hacerlo yo? – Se quejó.
Y, sin contestarle apenas, se volvió a tumbar encima se él, dejando caer su cabeza en su cuello para morderlo sin la mínima delicadeza. Y, de nuevo, a los minutos, Fran estaba totalmente marcado. Gruñó.
- Es un bestia, sempai. No hace falta ser tan drástico. Sea lo que sea que pretenda con eso. –
- Tsk. Rana idiota, nunca lo entenderías. –
- Sólo entiendo que me muero de hambre, y que usted quiere violarme. – Sonrió. – Entonces… Mejor de prisa, ¿No? A no ser que se haya convertido en un romántico, sempai. –
- Shishishi~. Qué manera de estropear las cosas, Fran. – Sonrió, quitándose la camiseta. – Si quieres acabar rápido, acabemos rápido. Aunque igualmente el jefe ya se habrá comido todo. –
- Hm… cierto~~. Entonces… da igual. – Se inclinó un poco para arriba, llegando a la cara de Bel. Y, muy cerca, sonrió de nuevo. Rodeó el cuello del rubio con sus brazos y le besó. Bel sonrió. – En fin, sempai. Con pantalones no va a poder hacer mucho, ¿No cree? – Se soltó y volvió a tumbarse.
El rubio se sentó encima del peliverde y apoyó una de sus manos en su pecho desnudo, sonriendo con picardía. Fran suspiró, dejando en el aire un claro “No se enrolle.” que hizo que Bel chasqueara los dientes. Cerró los ojos e ignoró lo que acababa de pasar, volvió a enseñar sus dientes en una sonrisa y llevó su mano libre a la ropa interior de Fran, acariciando cierta cosa por encima. Ésta vez fue Fran quien chasqueó los diente, algo que casi no se notó.
- Te dije que te quitaras todo, ¿No? – Sonrió, llevando la mano dentro de la ropa. - ¿Decías qué lo hiciera yo? ¿Un príncipe? – Rió por lo bajo, arrancando esa cosa molesta del cuerpo de la rana. – Bien, hecho. Ahora… - Le dio la vuelta al cuerpo de Fran, haciendo que estuviera de cabeza al colchón. Fran gruñó.
- Hey, sempai. Recuerde que ha dicho que lo haría con de- … - Cerró los ojos aplastando su cabeza en la almohada. Intentando ahogar los gritos en ella. Joder, ¿Qué entiende ese estúpido sempai con “delicadeza”? Además, de repente. Ni le dejó acabar la frase, ese príncipe se estaba convirtiendo en un egoís-… Ah, no, ya lo era. Un egoísmo que puede parecer hasta atractivo si lo acabas conociendo, como en el caso de Fran, pero… al fin y al cabo, un estúpido egoísmo. – Joder… ¿Cu… cuando mierdas se quito el pantalón? – Sigiloso, al parecer Fran no había pensado que el príncipe también era un asesino.
- Shishishi~. – Rió, viendo como la rana aplastaba su cara contra la almohada y el colchón. Oh, vamos, lo conocía demasiado bien para saber que estaba intentando no soltar ningún ruidito que le motivara más. También sabía que le gustaba, pero que nunca lo diría con palabras.
Y a los 10 minutos estaban los dos impregnados del sudor del otro. Bel agarraba el pelo de Fran con fuerza, atrayéndolo a él y besándolo con fuerza, con poco tiempo para poder respirar mientras que con la otra mano arañaba la espalda de Fran. El peliverde simplemente arrugaba las sábanas llenas de sudor, mientras se pegaba al cuerpo del príncipe idiota y correspondía al beso. Bel sonrió, mientras volvió a apresar a Fran entre su cuerpo y el colchón y le volvía a besar. Giró el cuerpo de Fran de nuevo y este volvió a hundir su cabeza en la almohada, mientras se agarraba a los barrotes de la cama resignándose a otros 5 minutos más de dolor mientras Bel hacía con su culo lo que se le antojaba.
Pero, y para su suerte y sorpresa, Bel le pegó en la espalda haciendo que se tumbara y se tumbó al lado de él, mirando hacía el techo, sin ninguna expresión. Fran se tumbó de lado, mirando indiferente al príncipe.
- Sempai, es un bruto. Si lo llego a saber no le hubiera llamado para ir a cenar. Ahora me costará moverme y tendré que quedarme aquí a dormir. – Se quejó, haciendo un pequeño puchero.
- Fran… - Suspiró, aún mirando el techo. - ¿Qué somos? –
Se le quedó mirando por unos segundos. No pensando la respuesta, ya la sabía. Pero no entendía por qué tan… repentinamente.
- Un cuento. Algo inexplicable. Algo que nadie entiende. – Miró al techo también, notando la mirada de interrogación de Bel. – Yo soy el príncipe y usted la ran--
- Al revés, rana inútil. –
- … Usted es el príncipe, que al besar a la rana hace que ésta se vuelva más humana y yo soy la rana que, a la vez, besando al príncipe él también se convierte en más persona. Consigue un poco de… ternura. Pero sigue siendo un príncipe insoportable. – Sonrió. Esas sonrisas tan únicas de Fran.
Bel rió. Aún sin entender del todo la explicación de Fran creía que esa era la respuesta más acertada y la que más se rebajaba a ellos. Fran volvió a tumbarse de lao volviéndolo a mirar y Bel lo abrazó con, extrañamente, jodida ternura.
- Supongo que el príncipe idiota también tiene sus momentos tiernos. Aunque eso no quita que sea un maldito salvaje mata-culos. – Murmuró, hundiendo su cabeza en el pecho del rubio.
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No sé que tan largo sea. Son 4 páginas del Word... pero en fin~~ QUE LO SIENTO 8DD.
Prometo subir algo más... decente .___. la próxima vez. Supongo que me pondré a escribir algo esta noche xDD.
Bye-by~~~!!
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